Resumen:
La experiencia humana tiene como una de sus vías de concreción “la inscripción de
conocimientos conceptuales, técnicos y organizativos acerca de su
autodomesticación civilizatoria” (Arellano 2017:13). Esto toma cuerpo, hoy más que
nunca, en la educación: al ser parte del proceso de hominización, dota de saberes,
técnicas, lenguaje y símbolos a los integrantes de un grupo. Históricamente, fue a
través de la institucionalización de la educación y su escolarización como se
establecieron las formas que hoy se conocen de organización, percepción y
representación de los conocimientos acumulados y a difundir
intergeneracionalmente.
La conformación del individuo en la educación se espera que ocurra a través de la
adquisición de conocimientos y técnicas, lo cual autoriza su movilidad dentro del
sistema educativo (grados y niveles) e incluso su posición social. Lo anterior se
supone que ocurra por medio de la transferencia del maestro al alumno (proceso de
enseñanza-aprendizaje) o por medio de la detonación de procesos propios
(construcción del conocimiento). La garantía de que ello ocurrió se materializa (por
medio de la “inscripción”) en un signo, en un archivo, en un documento que certifica
la adquisición de conocimiento. Gracias a ello, al estudiante se le permite la
movilidad y continuar con su práctica escolar o, llegado el momento, ejercer una
profesión.
Específicamente, este trabajo se propone realizar trabajo etnográfico sobre los
hábitos profesionales del docente y sobre la tecnología intelectual que soportan el
proceso de construcción-transmisión-adquisición del conocimiento que -se asumeocurre
en las aulas. La intención es sumergirse en el tipo de hábitos y prácticas (que
incluye la observación, la explicación, la evaluación, la inscripción y la
representación) que se realizan en la escuela para afirmar que se ha logrado que
los estudiantes adquieran conocimiento.