Resumen:
Con distancia geográfica abro el libro En las lágrimas
de la Abuela nunca retoñó un paquidermo, de Jesús Bartolo
Bello. Los versos de su poema Los alevines de la palabra
Padre se van incrustando en la piel del sentimiento. Dice,
escribe, que “la fruta del desamparo crece en este jardín”,
después “Miedo, secuestrado, salto de mata”. Se
intuye o, mejor, se ve a las claras, que la lectura no será
un viaje plácido; como cuando se abre un libro y, para
pasar el rato, se va leyendo tranquilamente. Ahora no es
así. Los versos, a veces basta con fragmentos, son una
aguja entintada que va tatuando sin parar: “junto a los
adjetivos: viuda, huérfano, angustia, incertidumbre”. Y “donde
el más bizarro tiembla de hambre / y cuelga en macas su
miedo y abraza la fiebre a su fusil”.
No, no es un libro para ir pasando. Frase a frase
la piel humana queda entintada con lo que el poeta, cronista de vida, ha ido enfilando. Cuando “la sierra
llueve pájaros ateridos”, quiere saber si “¿Los carniceros
llegaban a su morada / a besar en la frente limpia de sus
hijos, sus crímenes?”.
Lo leo desde una distancia de muchas horas de avión.
Pero el encuentro con la densa escritura de Jesús Bartolo
Bello va dejando huella. Y no son pisadas, de las que
duran el tiempo de un beso del agua, en la arena de
una playa. Se sabe que “por toda riqueza una muda de
ropa y el llanto” y que “paramilitar, boina verde, narcotráfico
peinaban la serranía”.
Sin tiempo para la alegría, cuando “las mujeres
abortan de tanto toque eléctrico en la vagina” y, en
el pensamiento de la madre, “la vida debería ser una
infancia interminable”.
Aquí no hay un prólogo para diseccionar, con palabras
doctas y mesuradas, un libro de poesía. Lo que
quiero es poner en circulación un spot, tal vez un tráiler,
para un trabajo que, juraría, se ha sacado del alma como
quien escupe un gladiolo ensangrentado. No hay placer
ni jolgorio de mercado semanal. El libro suda miedo,
lucha, injusticia, ternura...
Ternura, dureza, gastronomía... es lo que ofrece
¿Bastará con cerrar la puerta? Largo poema con reproches,
que se tornan ternura, para la abuela que ha muerto y: “Quién mojará la casa en las horas de calor. / Dime:
quién le pondrá la miel a los cayacos”. También: “Contra-
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En las lágrimas de la Abuela nunca retoñó un paquidermo
decirle equivalía a una pela con ramas de Adelfa; / si bien
nos iba, un par de cinturonazos y un: “¡Te lo dije cabrón,
no me respondas!”. Era “la manera de mostrar la ternura:
llana, sin adornos”. Mientras, en el aire de la cocina, alzan
el vuelo todos los perfumes de guisos, frutas, verduras y
especias. Para ella “este poema sin pies ni cabeza / para
que los tuyos sepan que no eres una vieja cascarrabias”.
El libro sigue (consultar la tabla de contenido; mejor,
leerlo todo), pasando directamente, más al corazón
que a las venas, con Cierra los ojos para contener la
madrugada y abrir el trajín y Dulzumbre. Al final, con una
serie de poemas en prosa señalados con las letras del
abecedario, vamos al interior: “Miro abismos, escribo
abismos, soy un abismo abriéndose hueco en cada pespunte
del día”. Para, en las dos últimas líneas de la
prosa z decirnos: “Para qué las madres si son como
las hormigas: huestes silenciosas que suben el día para
contarle motivos a la vida”.
No quiero firmar el escrito como si fuera el prospecto
que acompaña un medicamento. Ni, mucho menos, un
manual de instrucciones. El libro se sostiene muy bien,
sin muletas. Me basta con hacer un tráiler para la escritura
de Jesús Bartolo Bello. Y, tatuando piel humana, ¡que
lo sepa todo el mundo!
Descripción:
La Universidad Autónoma del Estado de México
salvaguarda la producción, reproducción y divulgación
del conocimiento y del arte. Por ello impulsa las creaciones
de literatos contemporáneos e incentiva sus esfuerzos para
fomentar el crecimiento cultural en nuestra sociedad.
La importancia de la obra poética aquí reunida en el
marco de la novena emisión del Premio Internacional de
Poesía “Gilberto Owen Estrada”, refleja diversas formas
expresivas de la lírica contemporánea al manifestar
cambios y necesidades propios de nuestra sociedad, que
se observan en las historias que superan el trasfondo
de nuestra imaginación, guiadas por las palabras de sus
autores y realizadas bajo el sello editorial de nuestra
Alma Mater.
Por ello, nos complace editar la obra literaria de los
escritores mexicanos elegidos por un jurado internacional.
Primer lugar: Muchachos que no besan en la boca, de Luis Aguilar Martínez; y dos menciones: Balacera, de José
Armando Alanís Pulido, y En las lágrimas de la Abuela nunca
retoñó un paquidermo, de Jesús Bartolo Bello López. ¡Nuestras
felicitaciones y reconocimiento a los ganadores!
Para la deliberación de este Premio contamos
con la valiosa colaboración de Mohsen Emadi, de
Irán –coordinador del jurado–, Joan Manresa y Juan
Carlos Pajares de España, Francoise Roy de Canadá y
Subhro Bandopadhyay de la India, quienes en reunión
virtual seleccionaron a los ganadores, a partir de los 100
trabajos provenientes de 10 países: Alemania, Argentina,
Colombia, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos,
Puerto Rico, Venezuela y México.
Agradecemos a los participantes su creatividad,
esfuerzo, disciplina y dedicación, así como su confianza
al compartir sus obras literarias, que nos trasladan a
horizontes y escenarios insospechados, para disfrute y
reflexión de nuestros lectores.