Resumen:
La población humana mundial sigue aumentando con gran rapidez, en México para 2017 hay una población de 123.5 millones, y, de igual manera, se incrementa la demanda de productos pecuarios como la leche, carne y huevo; de tal forma que las empresas dedicadas a la agricultura y ganadería coinciden en la necesidad de lograr una mayor eficiencia productiva y rentabilidad económica; el caso de la ovinocultura no es la excepción; empero, esta actividad tiene la opción de producir a base de forrajes usados en condiciones de pastoreo, lo cual le permite disminuir los costos de producción, resultando esto en una gran ventaja sobre otras empresas como la avícola y porcina (Church et al., 2002).
El manejo agronómico de la pradera, así como el pastoreo animal, son aspectos fundamentales para explotar el potencial genético de las diferentes especies de gramíneas de clima templado como es el caso del ryegrass (Lolium perenne); sin embargo, en muchas ocasiones su desconocimiento ocasiona el fracaso de los sistemas de producción animal en pradera (Núñez et al., 1995).
Ofrecer y suministrar un forraje de buena calidad puede significar una mayor rentabilidad en la empresa ganadera; hay parámetros que determinan la calidad de los pastos, uno de ellos es su composición química, la cual se estima al practicar un análisis químico proximal del forraje, determinando el contenido de cenizas, fibra ácido detergente (FAD), fibra neutro detergente (FND), proteína cruda (PC), fibra cruda (FC), extracto etéreo (EE), extracto libre de nitrógeno (ELN), además del contenido de calcio, (Ca), fósforo (P), potasio (K), magnesio (Mg), y de los microelementos como manganeso (Mn), zinc (Zn), cobre (Cu), selenio (Se) y hierro (Fe) (Mc Donald et al., 1995).
La fracción de un alimento que, después de ser ingerida y digerida, no aparece en las heces fecales, debido a su desintegración y absorción, se denomina fracción digerida o digestible (Fondevila y Barrios, 2001).
La digestibilidad de la materia orgánica es un factor de suma importancia para determinar el valor nutritivo de un forraje, esa digestibilidad se modifica a medida que las plantas maduran con disminución de la proteína y aumento de la fracción fibrosa a base de los carbohidratos estructurales (Mc Donald et al., 1995). La digestibilidad de los forrajes puede variar dependiendo de factores asociados a los animales, y también según la especie vegetal, su edad y manejo agronómico (Bogdan, 1997).
El grado de digestibilidad de las plantas completas y de sus fracciones puede precisarse a través de métodos in vitro, uno de ellos es el método por producción de gas (Theodorou et al., 1994), en el cual el gas producido provee datos útiles sobre la digestión de las fracciones solubles e insolubles del alimento.
La evaluación de la pradera permite determinar la calidad nutritiva del forraje para aprovechar al máximo el material disponible a ser proporcionado a los animales en las mejores condiciones para su óptima producción (Duthil, 1989; Church et al., 2002).