Resumen:
El estudio de las fronteras no se limita a las demarcaciones jurídicas que se establecen en la circunscripción de los Estados-Nación, entidades federativas o en el ámbito municipal. Es necesario tomar en cuenta otro tipo de conceptualización sobre ellas, como la simbólica, que establece las culturas, identidades, creencias, construcciones mentales o imaginarias. De ahí que resulte preponderante diferenciar los dos tipos de frontera más usuales, que se hacen presentes recurrentemente en el debate: por un lado las fronteras culturales, en las que se resaltan los aspectos identitarios y sentidos de pertenencia; y por otro, las fronteras jurídicas, que se vinculan más a los límites físicos con fuerte contenido simbólico, que determina el nacionalismo.
Descripción:
Para el caso latinoamericano, se ha hecho presente históricamente una diferenciación cultural que ha sobrepasado la diferenciación física que imponen de los límites territoriales, y ésta sienta sus bases en el mosaico multicultural que constituye al continente americano desde antes de la conquista. Tal diferenciación ha dado forma y estructura a la manera de mirar las distinciones, más que físicas y geográficas del territorio, las culturales, que han forjado a través del tiempo un sentido claro de pertenencia que caracteriza a cada nación. De acuerdo con Grimson,2 a lo largo de la historia se han desarrollado innumerables espacios sociales donde las diferencias sólo son producidas por la frontera y todo lo que ella implica: sistemas escolares, regimientos militares, medios de comunicación, ejercicio de un sistema político y económico que condiciona el funcionamiento mismo de esa frontera y posibilita las relaciones sociales. La frontera funge como instrumento mediador de las relaciones económicopolíticas cuyo reflejo se materializa en el resto de los sectores que integran el territorio.