Resumen:
Los encuentros en la actividad turística global pueden considerarse relaciones multidimensionales entre Otredades que expresan conflictos y no están exentas del ejercicio del poder. Se plantea que para contribuir realmente a su comprensión, es necesario romper con la lógica de muchos estudios turísticos. Esto implica advertir que el turismo propicia la confluencia de múltiples significados e identidades en una situación concreta; reconocer los sesgos de la interpretación histórica de los Otros, y reflexividad sobre la propia ubicación disciplinaria, social, cultural, histórica, política y económica. Se sugiere que algunas nociones foucaultianas ayudarían a explorar autoetnográficamente los discursos de globalización y desarrollo presentes o influyentes que median las relaciones en el encuentro visitante/anfitrión.
En cuanto a los discursos de globalización, se considera al visitante como un hommo oeconomicus, sujeto a tecnologías de biopolítica y gubernamentalidad, e inmerso en el panóptico global; que legitima aquello que le es satisfactorio sin cuestionar vínculos con el ejercicio del poder. El anfitrión se ubica en países donde los discursos neoliberales se fracturan ante la realidad, generando resentimiento, impotencia, desigualdad; la comunidad se asume productora, reafirmando dependencia y otorgando “inmunidad social” al turista. Se plantea la posibilidad de individuos y comunidades no normalizados, pero impotentes ante el ejercicio de poder de élites locales/globales.
El discurso de desarrollo se propone como tecnología del poder neo-colonizador. En este caso, los individuos se asumen a sí mismos como desarrollados o no desarrollados; la primera opción se compone de individuos que consideran a sus sociedades autosuficientes y avanzadas con respecto a los Otros, sin cuestionar las relaciones de poder que le han colocado en dicho estatus. Los no desarrollados son definidos por exclusión, lo cual puede ocasionar incongruencias entre el concepto que tienen de sí mismos y el asignado por Otros; y esto a su vez, causar un sentido de minusvalía de sí mismos y de su riqueza histórica, cultural y social.
Finalmente, se concluye que un encuentro entre los Otros que pretenda estar libre de prejuicios requiere de un esfuerzo ético y reflexivo, mediante el cual los individuos pudieran cuestionar los mecanismos de gubernamentalidad que les han controlado y darse cuenta de que tanto residentes como turistas han sido sujetos del panoptismo global, a través del cual se les normaliza en los discursos de neoliberalismo y desarrollo que garantizan el estado de dominación entre ellos, tras lo cual visitante y anfitrión pudieran observarse y ser responsables ante los Otros como seres humanos, más allá de los discursos.