Resumen:
La teoría de los sistemas complejos observa la producción de un principio organizador del conocimiento que asocia a la descripción del objeto la descripción de la descripción, priorizando la articulación de las interacciones de los elementos constituyentes, y la integración de éstos en la dinámica de los sistemas de modo interdisciplinario. El concepto de diseño es entonces la organización evenencial que vincula los elementos y las estructuras como interacciones que dan orden y desorden a la realidad observada. Esta realidad parte no sólo de su aprehensión desde instrumentos científicos, sino del propio aprehensor, cuya traducción cognitiva se vuelve la organización mencionada a modo de poiesis. Lo investigado de la realidad se cosifica o materializa y se convierte en referente para el observador, quien lo vuelve a su vez conocimiento, que significa al sujeto que lo conoce y que lo transforma para volverlo objeto y ser investigado como realidad (bucle rizomático).
Descripción:
Se debe pensar en el caos y el orden, en la virtud y el defecto, no como entes opuestos sino complementarios complejos en desequilibrio que conviven en las interacciones, como parte del mismo mundo o sistema. La incertidumbre como norma, cuyas partes del sistema tienen una doble identidad, la propia y la del todo, garantiza la estabilidad en el sistema, y la constancia asegura el cambio, es decir, se coproducen a sí mismos como identidad. Así, para el diseño los resultados de la investigación son una mezcla de complejos sistemas de saberes diacrónicos, de caracteres y personalidades sincrónicos, de contextos eventuales y dinámicos, en cuyas interacciones se representan conceptualmente las características indagadas en forma visual, partiendo del alfabeto de diseño (morfogénesis primera derivada de la ontogénesis), y vinculando las identidades grupales locales, identidades personales globales e identidades contextuales coyunturales.