Resumen:
San Miguel de Allende se ha consolidado como un destino turístico de reconocimiento internacional por su valor histórico y cultural, aunque este éxito ha impulsado dinámicas de gentrificación que transforman el espacio urbano y la vida comunitaria. Desde un enfoque cualitativo-etnográfico, la investigación, mediante cuestionarios a turistas, entrevistas a actores locales y observación participante, evidencia que el turismo actúa como motor económico y generador de infraestructura, pero también profundiza desigualdades, desplaza a residentes hacia la periferia y mercantiliza la cultura. La expansión de alojamientos temporales, el aumento del precio de la vivienda y la centralidad de la inversión extranjera configuran una ciudad orientada al consumo global, donde el patrimonio se convierte en recurso estandarizado y los habitantes en actores secundarios. Frente a estas presiones, surgen resistencias comunitarias a través de prácticas culturales y formas de organización que buscan preservar el sentido de pertenencia. El caso sanmiguelense ilustra la paradoja de los destinos patrimoniales: vitrinas cosmopolitas que enfrentan procesos de exclusión que amenazan la cohesión social y el derecho a la ciudad.